Sí, de nuevo, de vuelta, como ya pasó por mi cabeza en la primavera de aquel 2021, vuelvo a sentir la necesidad de tener un lugar propio. Un hogar. Y tras descartar lo que sería ideal: una vivienda con un amplio salón para el estudio creativo y un pequeño hueco para todo lo demás: cocinita, baño y cama.
Descarto la vivienda porque en pleno 2024 es imposible encontrar nada por menos de un sueldo entero, y yo cobro ahora la Incapacidad Temporal, por lo que mucho menos me van a validar el alquiler. Así que, como ya pasó en el pasado, toca buscar locales donde apañarse algo.
Pero esta vez he pensado más realista, no tan a lo grande. Y es seguro que ninguno tendrá cocina, pero por una inversión mínima puedo comprar una nevera con congelador, un horno eléctrico para la mayoría de mi comida congelada y un pequeño fuego para el arroz y la pasta. Y así, en poco espacio, tener una minicocina no mucho más grande que aquella con la que juega mi sobrinita.
Por otro lado, encontrar un local que tenga ducha en el baño y no sea un solo aseo es poco probable, por lo que habría que asumir que una reforma para añadir eso con un termo para una ducha corta se iría a unos 2.500€ entre material y mano de obra. Lo que ya suman unos 3.000€ de inversión para convertir un local cualquiera en una “casa completa”.
Más fácil es dormir, pues el sofá del antiguo estudio ha sido mi cama en casa de mi hermana durante unos meses, y me parece ideal, pues es cómodo para dormir pero no tanto como para pasarse el día remoloneando; te acoge, pero no te absorbe, maravilloso. Ocupa poco y permite guardar algunas cosas en el interior, y además es precioso y no desentona. Le añadimos un pequeño armario sueco y tenemos, ahora sí, la “casa completa” en cualquier local.
El condicionante importante será el espacio, pues todo lo anterior en 15 metros cuadrados queda apañado, y siempre que tenga buena luz no me sentiré comprimido. Con el estudio tengo que ser algo más exigente, pero con que tenga al menos 3 metros de ancho, 4 de fondo, y un alto de 2 metros y medio, o más, me vale. Obviamente diáfano, abierto, sin columnas y sí, aunque uso flash, se respira amplitud con un gran ventanal.
No debería ser difícil encontrar un espacio a pie de calle de 30 metros cuadrados, pero hacerlo por 400 euros al mes resulta un poco más complicado. Al menos uno que esté disponible y en una zona que me aporte tranquilidad.
En donde vivo, y en las zonas que me gustan, he dado con 2 que parecen reunir las condiciones, pero por desgracia, aunque están vacíos, no tienen cartel ni aparecen en los portales de alquiler o venta.
A la izquierda, un local en la Avenida Somorrosto, a pocos minutos de la casa de mi hermana y el colegio de la peque. un antiguo negocio de arreglo de ropa que antes fue de joyería. La calle es amplia, por lo que, como se ve, entra mucha luz, la acera es ancha y colinda con un carril bici, por lo que la distancia a la carretera es suficiente como para aislar del tráfico, a la vez que deja espacio para una mejor visibilidad.
A la derecha, un local en el final del Paseo de Oria, zona parecida, pero junto a dos bares que pueden no ser la compañía que busco. La zona podría valer, el local es interesante y fácilmente transformable. Con la zona del fondo para la “casa” y de las vigas al escaparate “el estudio”. Mucho están tardando en convertirlo a vivienda porque las posibilidades están ahí.
Ambos locales pertenecen a lo que se conoce como Parque Henares, la zona sur de San Fernando de Henares con forma de triángulo, de construcción más moderna que el resto del municipio. Junto a los locales habría en ambos casos tiendas de alimentación y supermercados, y ambos están rodeados por centros educativos, que aunque el negocio se basaría en fotografía artística de autorretrato, exposición de la obra y formación fotográfica, no está de más tener la posibilidad de tantear la fotografía social familiar. Ambos, también, junto a una parada de metro, aunque actualmente clausuradas pero con autobús en servicio especial. Una con orientación este y la otra oeste, algo que para los fans de la luz natural podría interesar, pero que en mi caso es irrelevante, pues de igual manera la luz que llegará al espacio será bonita y agradable aunque en un caso más intensa al amanecer y en el otro al atardecer.
Mientras que en Somorrostro nunca ha habido cerca ningún negocio fotográfico, en el mismo bloque de Oria hay restos de dos estudios fotográficos típicos de barrio que desconozco si permanecen en activo. Aún así, no serían competencia puesto que no son el servicio que ofrecería y hasta puede venir bien si hay que imprimir alguna pequeña copia o algún despistado se confunde y acaba interesado en mi trabajo. Lo que sí es importante es que en la esquina opuesta a la que marca el camino hay un negocio de impresión, que si bien no es específicamente fotográfico ni barato, es bueno tenerlo cerca, pues imprimen hasta 1 metro en papel Fujifilm en 48 horas, que para algo puntual podría servir sin recurrir a laboratorios de confianza como nPhoto, Kitoli, CopiaLab, NegroMate o Fotodalia.
Total, que ambos espacios son hasta una inversión de compra interesante para montar casa y/o estudio por muy poco dinero en comparación a cómo está el mercado de la vivienda actualmente, pero que por desgracia no disponen de interés de alquiler o venta por el momento.
Alguno pensará que quizá con eso de estudiar el grado de psicología se me había ido la fotografía de la cabeza, pero lo cierto es que el grado de psicología me está viniendo grande tanto a nivel de carga lectiva como emocional. Pues pensad que llevo estudiando fotografía más de 13 años y que he alcanzado experiencia profesional y estudios de nivel MECES3 (Máster). Y aunque como fotógrafo profesional no tengo muchas referencias, estos últimos años he formado y asistido a muchos profesionales que se han convertido en amigos y a los cuales podría pedir ahora formación en la parte puramente de emprendimiento.
Porque si me paro a reflexionar, y me he parado demasiado, es mucho mejor invertir el esfuerzo, el tiempo y la poca motivación que tengo de vivir en algo que ya se me da bien, que empezar de cero. No digo que vaya a dejar de estudiar psicología, por que soy muy curioso, pero quizá vaya muchísimo más despacio, porque la puta vida es tan cruel que no piensa acabar conmigo pronto y aún cursando tres o cuatro asignaturas al año, en lugar de las diez habituales, acabaría graduado antes de poder si quiera plantear jubilarme.
Y es que, aunque la fotografía no vaya a salvar ninguna vida, al menos me salva a mí. Pues cada vez que pienso una foto, que monto el set, que disparo los flashes, cada minuto que paso en Capture One, en Photoshop, compartiendo las imágenes; es tiempo en que estoy vivo, y viviendo. Es terapia. Cuando creo, creo en mí, y eso me salva de la oscuridad de mi cabeza.
Por eso, al margen de que algún día me asignen la ridícula pensión por una futurible Incapacidad Permanente, he de encontrar la manera de hacer que hacer autorretratos me permita poder seguir haciéndolos y que el resto del tiempo tenga recursos para sobrevivir en un mundo que se mueve con un datáfono en la mano. Por eso tengo que centrarme en escribir los varios libros que tengo planteados, poner en práctica el máster y presentarme a becas, concursos y premios, y estructurar un negocio artístico que permita su subsistencia a largo plazo. Porque solo poniendo foco en ello reflejaré la suficiente madurez como para ser considerado apto para dar clases en universidades y ponencias en congresos, y así hacer lo que más me apasiona por encima de todo: hablar de mi mundo.
Pero, como ya sabéis, mientras esté de IT no puedo ser autónomo ni empleado, así que no puedo montar un negocio propio con ni sin local. Pero mientras el Instituto Nacional de la Seguridad Social va posponiendo eso, yo sigo soñando. Porque vivir en el mañana me permite seguir vivo hoy. Como el conejo que persigue la zanahoria, perdido pero avanzando, aunque no sepa dónde.
Así que si ves a un tipo haciendo fotos por los recovecos descubiertos de los escaparates de locales “abandonados”, soy yo, soñando. Porque hay gente que sueña con una casa llena de muebles, y yo, con un espacio libre de obstáculos para poder crear, que es de lo que vivo; aunque tenga que hacerle hueco a un pequeño horno, un congelador y una ducha en la que hasta con un cubo y algo de arena, podría convertir en baño completo jajajaja Así, además, me ahorro al gato. Que bastante maúllan y arañan ya mis pensamientos. Que me pesan, y me mienten. Pero más pesada es la cruda realidad.