Llevo 28 días de baja. Aunque los 15 primeros fueron todas unas vacaciones necesarias, llenas de energía, inspiración, liberación, oxígeno… Estos siguientes están siendo una completa y compleja agonía. Dudas y deudas se aglomeran, se amontonan, pesan, cansan. Y sin ninguna motivación, sin ninguna obligación, los días suceden más dentro de la cama que fuera de ella, y las noches son insomnio o pesadillas. Una fuga en la que vivo más de noche que de día si vivir es dejar pasar las horas.

Hace días que no escribo, que no hago fotos, que no estudio, que no leo. El año empezó con todo eso y se apagó a los 15 días, que es lo que me duran a mi las ganas, al padecer. Se apagó como se apaga el fuego, lentamente.

Y tengo dudas existenciales de gravedad, de peso, mayúsculas. Entre curarme o currarme. Entre aprender o emprender. Entre seguir o girar. Entre tanto, dudas. Incertidumbre. Sin saber qué, quién y por cuánto va a mantenerme. Por cuánto, cuándo y dónde se hallará la solución a mi problemática. Y sin saber si quiera si quiero, pues empiezo a acostumbrarme a dejarme morir, a despertar sin mirar el reloj, a seguir sin ese tic tac, sin emails que contestar, sin llamadas que descolgar, sin un horario que me encarcele, con la libertad de ir donde quiera y elegir quedarme. Vivir sin música, con ruido, con dolor, pero sin cuerdas. Similar a cuando era estudiante y vivía de mis padres, con tiempo para estudiar cuando quisiera, lo que quisiera, para esculpir mi cuerpo, mi alma. Pero ahora sin escuchar, y con la nitidez borrosa a más de 30 centímetros. Quizá he perdido también el sentido de la vida y, por eso, incluso con la libertad a medias y los sentidos a la mitad, he decidido encerrarme casi del todo. Apagarme, agotarme como el agua de un embalse, lentamente y con disimulo.

Me pincha el estómago, el pecho, me duelen las neuronas, me faltan las fuerzas, se me desequilibra el equilibrio, y no puedo fiarme de lo que oigo, ni lo que veo. Tenía tan claro que iba a aprovechar para estudiar psicología a principio de año que, ahora que estoy hundido, no lo tengo tan claro. Lo quiero, sí, pero no sé si puedo a estas alturas sumergirme en algo tan profundo. Miro mi pasado y todo son comentarios positivos, me costó destacar en algo y al parecer lo hice. La gente me conoce, me aprecia, me estima, y puede que sea más insulina que glucosa, pero ahí estoy, o estaba. Y no sé si haría bien en apartar eso que llevo 10 años acercando.

Antes de perder el sentido lo veía tan claro. Profesor de fotografía sonaba tan nítido. Y lo tengo a tan solo un año de distancia. Pero no sé si ahora podría, tal como lo veo, tal como lo oigo, sin saber si se arreglará, es como mirar desde la playa intentando encontrar la orilla opuesta.

Llevo meses leyendo neurociencias, empapándome tanto que me caló, que quizá tragué tanto que me ahogué. Y es que entre leer para saber y estudiar para aprender hay un océano de diferencia. Más de 6.000 horas de constante estudio para ser exactos. Más de 360.000 minutos de atención, esfuerzo, dedicación, emoción y memoria. Distribuidos en otros 4 años en los que no sé qué me deparará la vida. Más otros 5 aún más complicados si quiero portar una bata blanca.

O puedo cursar 2 años y pasar la jornada haciendo fotos en un espectro muchísimo más energético del que uso ahora. Con una finalidad más vital, una visión más profunda, una resolución mayor y un protagonismo transparente. Una trayectoria más aplomada, silenciosa, y necesaria. Menos de la mitad del esfuerzo con mayor especificidad, empleabilidad e igual de importante y compatible.

Tantas preguntas, tan poco tiempo, tan agotado.

Pero este texto acabará como el día de hoy, con los recuerdos borrados accidentalmente. Porque eso parece ser mi vida, recuerdos que se van borrando sin intención, sin querer, por meros fallos. Neuronas que se equivocan y se estropean como un disco duro viejo que chirría sin saber cuándo dejará de girar para siempre.

Empiezo a creer que no solo son mis sentidos, mi percepción, si no toda mi cognición. Se me está averiando el procesador y nadie sabe decirme el problema. Así que tal vez da igual lo que quiera hacer mañana, porque puede que mañana no llegue.

Gracias por leerme

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