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Está genial que te den un ticket al comprar, así sabes exactamente la hora de tu cobardía. Y es que la realidad dista mucho de lo que pueda escribir uno en un papel, de lo que cuentan en las películas. La realidad es impredecible, demasiadas variables como para que salga perfecto. Y ella hoy tenía el pelo suelto, pero yo no pude soltarlo.

Coward lleva tres días yendo al súper de debajo de casa, el mismo donde lleva comprando dos años, pero esta semana ha sido distinto. Él llevaba camisas, iba bien afeitado, algo así como ir elegante a un entierro. Y ella estaba en la caja, así que no podía ir muy lejos. Pero estaba diferente, más observadora, más alegre, más atenta.

El martes le sonrió demasiado, mucho más de la amabilidad que se espera de una empleada de supermercado.

El miércoles miró a Coward cuando creía que él no miraba, y lo hizo mientras se mordía las uñas, como nerviosa.

Hoy… Hoy Coward se llevó el premio a la cobardía. Lo tenia todo planeado. Alcanzó la barra de pan, esperó a que no hubiera mucha gente, pero que a su vez hubiera dos cajas abiertas para indicar claramente que quiere ser atendido por ella pese a que la otra esté libre. Pagó con un billete para tardar más a ver si al recibir el cambio sus dedos se entrelazaban. Hasta preparó la tarjeta con su número de teléfono. Pero nada salió como planeó.

Hubo alegría, miradas, pero nada de manitas, ni de tarjetas, ni de palabras. Solo un nombre al final del ticket: Paula.

Coward no dormirá esta noche, imaginará en su cabeza todas las maneras de volver a intentarlo, y mañana irá a comprar de nuevo, con la intención de descubrir si algún sábado podrá compartir almohada tras descubrir algún rincón de Valencia en donde hacerle fotos lindas y verla con otro atuendo que no sea el uniforme. Demasiada literatura para un tipo que no se atreve a hablar con una chica, bueno, con ninguna a la que no conozca lo suficiente.

No dormirá y mañana volverá a fracasar, pero ¿qué bonitas son las pelis de entremesa de los findes eh? Con esos amores de supermercado y esas bolsas sin asa predispuestas a caerse justo al lado del coche de quien te gusta.

Mira que es simple: Un “¿A que hora sales? no no, muy directo. Un “Hola, ¿cómo te llamas?” Como si no lo pusiera en el ticket. Pero demasiado indirecto. Un… no sé. En las pelis basta con una mirada para que la siguiente secuencia estén las bragas en el suelo. Un “¿Crees que esta pizza es para dos o cojo otra para ti?” Está es divertida, podría funcionarle a alguien que no es un cobarde.

Creo que es un problema del personaje, habría que matar a Coward y encontrar a otro que dé más juego. Uno con la autoestima alta, pero humilde. Sin complejos. Seguro de sí mismo. No hay duda, debe ser un ella.

Pero Coward es quien es así que mañana cenará pizza, y lo hará solo. A no ser que Paula le pregunte si va a comerse esa pedazo de pizza él solo, porque eso solucionaría dos cosas. La compañía y la percepción del tamaño de ella. Lo cual podría traducirse en una noche de las de escribir en la sección de adultos.

¿Sabéis lo divertido? Que podéis escribir el mañana de Coward en los comentarios, ¡a ver quién se acerca más!

Gracias por leerme

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