Como algunos ya sabréis o habréis podido leer en mi relato «pero estoy sordo«, hace meses, podría decir desde marzo, tal vez febrero, que empecé a sufrir una pérdida progresiva de audición y un aumento de tinnitus o acuífenos cuyo resultado en este octubre de 2023 es el de una incapacidad casi total para comprender el habla y el entorno. Por consiguiente un aumento de la depresión ante la impotencia de no poder entender a quiénes me hablan, ni escuchar música, ni oír películas que puedo seguir disfrutando gracias a los subtítulos.
No es fácil vivir sin poder entender la comunicación oral, tampoco lo es que cualquier sonido se convierta en molesto al no desaparecer, o que de repente oigas pitiditos que no vienen de ningún sitio, aunque esto es quizá lo menos molesto de todo.
Lo peor es que de los ya 5 años que llevo siendo vegano, y de los 2 que llevo independizado, siempre me he fiado de las analíticas del trabajo, que cada año estaban mejor, pese a notarme yo más cansado, con la vista menos nítida y desde hace meses, con problemas de audición.
Después de meses acudiendo a médicos, el 15 de agosto de 2023 una analítica de urgencias en el hospital reveló mi deficit en vitamina B12 y ácido fólico. Con radiografías, TAC y el resto de pruebas perfectas, a la espera de una resonancia magnética del cerebro que posiblemente salga correcta.
Estudios como el «Therapeutic role of Vitamin B12 in patients of chronic tinnitus: A pilot study» resultan interesantes al relacionar la anemia de B12 con la pérdida de audición y la tinnitus crónica, curiosamente mi sintomatología. Por lo que, puedo concluir sin doctorado y sin temor a equivocarme, que si no me llego a quedar sordo, posiblemente una peor caída de B12 me hubiera provocado daños aún más graves en el sistema nervioso debido a la desmielinización de las neuronas.
Tras 2 inyecciones intramusculares de B12, por el momento, y dos meses de suplemento oral de B12, sigo por debajo de valores mínimos y sin mejora en la audición, aunque ya mejor en los niveles de energía, calidad del sueño, y con menos cansancio. Lo cual ya es positivo.
Como los estudios que existen entre la relación de la vitamina B12 y la audición son escasos y no concluyentes, puedo afirmar personalmente su causa, pero no que su recuperación a valores normales vaya a devolverme la audición, ya que por desgracia, no sé qué ni qué ni cuánto está afectado y curiosamente, los nervios pilosos de la cóclea que se encargan de traducir el sonido a impulsos eléctricos no se regeneran en los humanos, al menos que se sepa. Y la plasticidad cerebral y regeneración neuronal es un proceso lento y nada simple, por lo que tampoco puedo confiar en ello.
Espero que la resonancia magnética identifique un poco más dónde está el problema para poder resolverlo o investigar al menos posibles soluciones. Quizá la Terapia Ototech…
Por desgracia, la investigación médica ambulante es tan lenta que parece no existir, y se van a cumplir dos meses de mi resonancia sin saber los resultados, algo frustrante y agotador teniendo en cuenta que cada día es un aumento en el deterioro. Por suerte, espero que el causante sea la falta de B12, y que, algún día, con tiempo y suplementación, con terapia y control, pueda volver a entender el habla y desaparezcan los malditos ruidos.
Y así es como la falta de vitamina B12 casi me mata, o al menos una parte imprescindible de mí.
Sé que muchas os preguntaréis si me replantearé mi dieta. Y no, no volveré nunca a comer cadáveres porque más allá de una cuestión ecológica o ética, mi pensamiento no los considera ya algo apetecible. Sí que es cierto, que en alguna ocasión he tomado productos derivados, como el queso en alguna pizza e incluso algunos productos veggie que no eran veganos si no vegetarianos, y quizá llevasen huevo o leche. Es un paso que, en caso necesario he tomado y no me importaría tomar eventualmente. Pero no, no me veréis jamás comiendo un cuerpo desmembrado de ningún animal sea del medio que sea. Quizá «peque» con el queso, y solo quizá, algo vegetariano precocinado o de restauración a falta de una buena carta vegana.
Es una cuestión personal que no tengo por qué defender. Porque yo soy el que se toma un montón de pastillas cada mañana para seguir sano o volver a estarlo, pastillas que huelen fatal y saben peor. Puede que a vosotros os sepa mejor un filete de un animal al que le han dado pienso con las mismas sustancias de mis pastillas. Yo solo le ahorro sufrimiento a vuestro intermediario. Un precio que pago encantado.
Y llegamos al final de esta hipoacúsica historia de valores éticos y faltos de vitaminas esenciales. Espero poder oírte pronto.
Mientras tanto puedes escribir, que es una forma preciosa de contar las cosas.