En unas horas será mi 26 cumpleaños, dato irrelevante.
Y es la primera vez que estaré todo el día lejos de la familia, de casa. La primera vez que no solo me sentiré, sino que estaré solo, aunque no lo parezca.
Y es que todo es marketing, pero la realidad es hoy. Es la impotencia de un calendario, de unas métricas, de una cadena industrial de la que los artistas no formamos parte, porque no somos piezas de un engranaje, solo seres vivos, somos, en esencia, sentimientos. Y eso de los horarios, las tareas y los tiempos como que funciona más bien a medias. Y hoy no funcionó. Hoy creé para poco, que nunca es nada. Y volviendo a mañana.
Mañana no quiero ir a la oficina, porque lo último que deseo es fingir. No estoy yo con ánimo para actuar cuando ni si quiera he pedido ese papel. Y como sé que a muchas les hace falta poco para poner etiquetas, prefiero ahorrarme la de mal educado, solo porque cuando lancen ese típico y nada original “feliz cumpleaños” de feliz tenga absolutamente nada.
El mayor regalo que me podían haber hecho ya sucedió hace dos semanas. Y era el de impartir mi propio workshop. Soltarme ante un público y ahí sí, darlo todo, improvisar, jugar, crear. Pero ni para un webinar me da la agenda.
Así que en definitiva vengo a poneros al día. A deciros que ante los bajones, lo mejor es subir a lo más alto del edificio y arrojar al vacío los sentimientos a ver si por gravedad y energía potencial se transforman en cinética, que es la que mueve.
Porque cuando uno es feliz se alegran, cuando uno está pichí-pichá preguntan, como si la tristeza no fuera algo común. Como si hacerlo tabú fuera a hacer que desaparezca, como si preguntando uno pudiera resolverlo, como si eso fuera a evitar fallecer sola en su bañera.
Que lo de fallecer no es suicidio. Pero tengo en la nevera dos sacos de mandarinas valencianas, 5 litros de zumo de naranja de un tal Simon, con pulpa que sino sabe a medicamento malo, tres paquetes de salchichas veganas, uno de queso vegano y bote y medio de tomate. En la despensa pan de molde, de perritos, solo dos unidades porque aquí en Xirivella como que no existe Bimbo y los que tienen se desmenuzan al cortarlos, 750 gramos de macarrones y se me acabó el arroz, así que mando un SOS por si encontráis alguno que no sea la fallera esa que me tiene hasta el petardo. Tengo unas ganas de pizza vegana del Carrefour que ni os imagináis, pero el que me pilla a más de 45 minutos caminando no tiene de esa.
Ya me contaréis con esta dieta si es suicidio o infravivencia.
Y por cierto, tengo en la cuenta la negativa cantidad de -0,74€ así que como para montar fiestas que ni son necesarias y detesto.
Y hablando de cosas que odio, la maldita colada.
Así que en este éxtasis de energía, negativa cual electrón, me voy a lavar los pantalones que me compré en el LIDL que mañana quiero estar cómodo, y para unos que tengo de mi talla…
Si lees esto antes del 15 de diciembre de 2021, ni se te ocurra mandarme un mensaje. Hagamos como si mañana no pasara nada. Eso o me enviáis 500€ con la dedicatoria y ya vamos viendo si me planto con la transferencia número 1000.
Voy a cenar 3 clementinas, un buchito de zumo, y una barra de pan, que hoy me apetece darme el capricho.
Y ya si me seguís en Instagram y la citación la hacéis mencionándome en una Storie, quizá hasta os conteste con un like, que ya he escrito mucho por hoy.