Hoy me he dado cuenta que no importa dónde vaya, sino quién no fui.

Y no fui valiente, no muy serio, no fui inteligente ni listo ni siquiera espabilado. Y lo dice la envida, digo la historia, de otros.

Me hace tilín una artista que sí se lanzó de lleno a por lo que quería, también tuvo sus dudas, pero llegado el momento lo supo, cogió impulso, y saltó. Y ahora la admiro sin conocer nada más que cuatro Stories y un feed.

Y podría poner más ejemplos, Erika, gracias por inspirarme.

Podría hablar hasta de gente que es hoy un referente en su nicho y que empezó jugando a pintar grafitis de luz con los amigos, siempre me gustó la gente del norte.

¿Y yo? ¿Qué hice? Repaso mi vida y perder el tiempo es una respuesta válida. No me moví, me estanqué, y se supone que era el río, pues me debió de devorar la risa.

Nunca he sabido del todo cómo iba a ganarme la vida, me dejaba arrastrar por lo que me gustaba en ese momento, sin ver más futuro que un presente inventado, siempre he mirado años por delante, pero irreal, perdiendo el momento, el punto de partida y hasta el equilibrio.

Podría haber apostado por mí y estar donde desearía, pero el fracaso aterra y el miedo es ya un signo de derrota.

Así que si, agotado por mi inseguridad es un buen resumen.

¿Qué me veo haciendo? No sé. Me gusta la arquitectura, el paisaje. El entorno. Y la ficción.

Y ojalá encuentre el carril de aceleración de la vida para volver a incorporarme después de tanto camino de piedra sin dirección.

Me mudo a Valencia, no sé por cuánto, ni dónde, pero si me sobra tiempo quiero empujarme allá donde nunca caí.

Quiero hacer hoteles, casas, eventos, rodajes, teatros y artistas. Quiero ser director de fotografía más allá de mis ideas.

Quiero salir en los créditos de alguna obra, y en la web de alguna marca.

Quiero noches de hotel pagadas por trabajo, una agenda de contactos tan larga que me falte espacio, quiero volver a San Fernando en un futuro y que me abracen, comprarme una casa y seguir petándolo.

Quiero que no haya un sitio en el mundo del arte donde no se oiga mi nombre.

Se llama ambición, y cuesta más lograrla que soltarla.

Pero miro atrás y tengo una mochila pesada, recuerdos que son herida, oportunidades caducadas, contactos quemados, una reputación que restaurar y los mismos sueños que bajar de las nubes.

Siempre me moví por amor, y los sentimientos solo son válidos para las pelis de entremesa. Las facturas se cobran en dinero y no en corazones. Así que hay que buscar la forma de hacer que la gente pague por algo que harías gratis porque te gusta, pero que has de cobrar por lo que no te gusta, los gastos de vivir en un mundo cada vez más caro.

Hay que hacer los deberes, buscar en Internet, salir a correr y comer, y facturar para no fracturar.

Que empiece el curso, que esta vez ya me sé de que van las asignaturas, de tanto repetir, supongo.

Gracias por leerme

Subscríbete para recibirme en tu email al instante de publicar mis cosas que no pasan como cuento.

¡No envío spam! Lee la p... política de privacidad para perder tu tiempo..