Una persona reservada, insistente en su anonimato, misteriosa. Podría ser del mismísimo KGB, la CIA, el MI6 o cualquier otro servicio secreto, que nunca lo sabríamos. Lord Perseo nunca se enfada, siempre en calma, a veces hasta sonríe. Parece una persona común, pero basta una sencilla conversación para darse cuenta de que es una persona culta, solo que no necesita demostrarlo porque tiene la absoluta suerte de no necesitar la aprobación de los demás.

Lord Perseo mantiene una vida sencilla que nunca conoceremos, puede que con familia, o sin ella, puede que viva en el centro o en las afueras, puede que al salir del trabajo devore las series de algún servicio bajo demanda, que sea más de documentales, o puede que cual espía se dedique a recabar información. Tal vez sea un extraterrestre haciendo un estudio sociológico del ser humano. O una máquina sofisticada. Nunca le vi acudir al aseo, ni sudar, ni pasar frío. Pero es el primero que llega al trabajo y el último que se va. Como un guardián. Tiene un puesto sencillo, pero se codea estrechamente con el alto cargo. No es tímido, no tiene dificultades sociales aunque a veces parezca que sufre TEA.

Yo admiro a Lord Perseo, porque es, o parece al menos, una persona plena. Autosuficiente. No necesita de nadie para ser. Tiene un trabajo con horario fijo, sencillo, sin casi interacción humana. Y el resto del tiempo, quién sabe lo que es.

Me he pasado toda la vida soñando con ser, y cuando a penas lo rozaba quería ser otra cosa, siempre en el intento por ser, que nunca fui. Pero Lord Perseo parece tener una identidad clara, que solo es conocida por sí mismo. Nunca se exalta, nunca entristece. Máquina o no, es plenamente sereno. Yo le observo y, ¡joder! Me siento tranquilo en la contemplación de ese ser que, sencillo o no; llega, trabaja y se marcha. Una piedra andante que, además, siempre está para lo que necesites. Nunca rechista, nunca se molesta. Servicial, honesto, humilde.

Lord Perseo es un ser que, aparentemente, ha conseguido arrancarle la cabeza a la medusa de la infelicidad, a la complejidad de la vida, y ha descubierto la receta para tener la plenitud. Quizá su ambición sea llegar a casa del trabajo y cuidar de los hijos que no sé si tiene, o quizá, ir a un museo a contemplar un cuadro, una escultura, o hacer la compra y salir solo con lo que de verdad necesitaba sin haber sido tentado de algo más y sin haber olvidado nada. Lord Perseo es un secreto expuesto que no puede velarse ni revelarse. Un ser que, dedicándose a la luz, permanece entre las sombras sin temer el silencio ni el frío.

Lord Perseo, es quién me abría la puerta de madrugada, desaparecía a medio día, y, a mi llegada, los viernes a fin de jornada, golpeaba un candelabro para indicarnos que la vida sigue fuera de la oficina. Aunque nunca nos diría cómo es la suya.

Lord Perseo es un héroe, y si yo tuviese condensadores, tornillos y circuitos integrados, seguramente pondría fin a mi sufrimiento. Pero Lord no se dedica a las personas, no al menos de ese modo, y esa es parte de su vida sencilla.

Y esto es tan solo, el anagrama.

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