El 1 de enero de 2024 ingresé en urgencias porque la noche vieja sentí que me ahogaba, que mis pulmones no eran capaces de funcionar por sí solos y sino me concentraba en respirar me quedaba sin aire. Los médicos tras un ElectroCardioGrama y la entrevista determinaron que sufría ansiedad y me mandaron a casa, sin más. Confío en la medicina e imagino que dado mi historia clínica no vieron necesarias más pruebas; que nada tuvo que ver que fuese la madrugada del primer día del año.
Brevemente, la ansiedad viene a ser la preocupación desmesurada por algo, un estrés excesivo que mal gestionado genera síntomas como palpitaciones o falta de oxígeno.
Yo no tenía palpitaciones y mi saturación en casa era de 91, cuando debería ser de más de 98. Pero si en el hospital estaba bien, pues bien.
¿Qué pudo ser?
Quizá el cáncer de mi madre del que me enteré hace poco, quizá mi impotencia al no poder entender a nadie desde hace meses y sobre todo en aquellas cenas en familia, o quizá que llevase meses trabajando de más porque así soy yo y así lo necesitaba ya que mi patología me hacía más lento y menos productivo. Pero lo que creo que me afectó fue que llevábamos meses preparando un eventazo fotográfico, Sugar&Kids 2024, y no me veía apto para asistir. Ya me había perdido otros eventos como el PhotoMurcia, el Pallantia Photo, etc, mucho más pequeños. ¿Cómo podía entonces asistir a un festival de más de 500 personas en un espacio enorme lleno de ruido, multitud, música, gritos, aplausos, maquinaria, etc? Meses gestionando eso en silencio sabiendo que solo me esperaba sufrimiento e impotencia. Sí, tuvo que ser eso. Pues recuerdo que cuando salí de urgencias con la petición de Incapacidad Temporal, la baja laboral, respire aliviado sabiendo que me había librado de esa carga, de esa responsabilidad de tener que cumplir con algo para lo que estaba incapacitado y que llevaba ejerciendo meses a costa de mi salud.
No es que fuese más fácil, me dolía y sigue doliendo perderme esos eventos, estar desconectado de todo lo que pasa, de los compañeros que hice en esos dos años y medio, pero la vida dio un giro de guion y ahora mi papel es otro.
He pasado estos siete meses cuidando de mi madre y de mi sobrina, pasando tiempo con ellas; y aunque en algunos momentos me he sentido un trabajador social, eso me ha enseñado una lección de vida que la sociedad debería comprender cuanto antes. La tolerancia con las personas. Ahora cuando veo una persona anciana por la calle camino tranquilo, es más, estoy atento por si necesita ayuda. Miro diferente a la gente enferma y discapacitada, no con compasión ni condescendencia, miro con respeto, como debe mirarse siempre. Pero a mí me miro con crudeza, con dureza, con rabia; porque no pude ayudar a mi madre cuando lo necesitaba. Y esa es la razón por la que, por fin, aunque ya con 14 años me rondó la idea, empecé a estudiar Psicología. Porque puede que no sea medicina, lo que quise de niño, pero me encanta porque es tan amplia que abarca una mayor comprensión del mundo desde la perspectiva humana. El estudio de la cognición y la conducta. De cómo nos relacionamos con el entorno, nuestra influencia genética; trata de la percepción, del aprendizaje, del pensamiento, de los sentimientos y emociones, y sí, todo ello desencadena en la salud. Me encanta porque me parece la carrera más abierta de todas. Es social, educativa, humanística, científica… Lo abarca todo cuanto abarca el ser humano. Y me resulta fascinante. Pero este post no trata de mi nueva ambición, sino de mis ansias.
Porque si bien la ansiedad es un, grosso modo, exceso de estrés anticipado; en este caso lo que tengo son ansias, de conocimiento. Y son esas ansias las que harán que me tenga que enfrentar a levantarme a las 6:30 para cuidar de una nena de 2 años hasta las 15:00, y después pasar toda la tarde estudiando el Grado de Psicología. Día tras día. Agotando las horas. Feliz, porque cada minuto con la peque es un abrazo a mi madre, feliz, porque cada aprendizaje con ella o con los estudios son experiencia para estar mejor y más capacitado el semestre siguiente. Porque la psicología del desarrollo, educativa e infanto-juvenil estará conmigo casi 24 horas. Porque será duro, intenso, pero es un regalo poder vivirlo. Un presente que, por desgracia, por cáncer, por infección, mi madre no tiene. Así que puede que no me quede tiempo para vídeos de YouTube, para escribir libros, para otros planes. Pero, eso puede esperar a su adolescencia, (aunque mis ansias no creo que me dejen esperar tanto). En la que espero que confíe en su tete ante cualquier duda existencial que le surja. Porque no pretendo ser el héroe de nadie, pero como superviviente, espero tener herramientas para que nadie más tenga que naufragar pudiendo evitarlo.