Ayer, la novia de un amigo, que por supuesto tiene su nombre, apellidos y entidad propia, pero que describo así para poner en este expreso contexto; me preguntó mientras comíamos los tres que si yo no pensaba en echarme novia.
Bromeé, como es típico en mi. Pero lo cierto es que no hay noche en que no me vaya a la cama y piense en compartir almohada. En que no vea a una parejita feliz compartiendo manta y televisión. En el que no desee tener alguien con quien salir a la montaña, a la playa, de camping, en ruta con una autocaravana, al museo, a una expo…
Que si que si, que todo eso se puede hacer con amigos, pero no es lo mismo. Ni mejor ni peor, solo diferente.
Porque a mi no me han llamado cari, ni gordi, ni besado en público, ni todas esas cosas que hacen esos melosos azucarados con los que me río por no llorar.
Porque no es que «echarme novia» sea algo como ir a comprar al súper y decidirte por una marca o por otra. Si darte el capricho o pillar la marca blanca. Es que el amor no es algo que se pueda comprar, el amor se gana, y no es un bien de los que se medita previamente, a juzgar por tantas personas rotas.
Y no es que no lo intente. Me hubiese casado, pese a parecerme absurdo, si la chica a la que se lo pedí, a la que también le parece absurdo, hubiese aceptado mi propuesta. Pero no fue así. Pasamos meses chateando intensamente. Riendo, confesando, desvelando, desnudando, ironizando, endulzando… Y hubo un día en que eso cesó y yo no pude reavivar eso que quizá me pareció una llama y no era más que la sombra de mi caverna.
Hace unos meses tuve conversaciones similares; ingeniosas, creativas, profundas, intelectuales, casi románticas, irónicas… Con otra chica a la que a pesar de separarnos un océano, podía sentir a mi lado aquellas madrugadas a través del chat. Pero eso también cesó y tampoco puedo hacer nada.
Y aunque me hubiese gustado que con una tercera persona con la que solo compartí un par de horas de confesiones más laborares que personales hubiese ocurrido esa conexión emocional, lo cierto es que con esta ni siquiera saltó la chispa.
Como leéis, mis contactos son un chat que tal como se ilumina se desvanece, sin contacto visual, mucho menos físico, pero intensamente emocional, al menos para mi. Y no debe ser recíproco si al otro lado no sienten la necesidad de prorrogar más y más la conexión.
Así que a la respuesta de ¿Por qué no tienes novia? Debería decir que por mucho que las haga reír, dé confianza para abrirse, emocionarse, verme inteligente, humilde, abierto, sincero… Algo debe faltarle al cóctel y no doy con la receta.
Porque al igual que hay gente en la calle habiendo pisos vacíos, gente sin empleo habiendo puestos vacantes… Pobres habiendo putos ricos. En el mundo no hay equilibrio. Y mientras hay estúpidos jugando a las camas calientes, otros damos la vuelta a la almohada para sentir el frío en la cara a juego con el de los pies y la espalda.