Hoy ha sido uno de esos despertares en los que te apetece tirar la alarma por la ventana. De los de «cinco minutos más», de los de ya si eso a la hora de comer. Pero son las 7 y hay que ducharse antes del turno del compañero. Así que le he empezado a tomar el pulso a la bañera apurando unos minutitos más bajo ese agua, si es que se puede llamar agua a lo que sale del grifo, a ver si así me despertaba. Y costó salir, pero no quedaba más remedio.

Hoy tocaba workshop por lo que había que vestirse para la ocasión, si, acertaste, de negro. Está vez de pies a cabeza a falta de mi tan estimado polo promocional. Y desayunar, ¿Adivinas? Pues un zumo de naranja. ¿Qué iba a ser? Un lavado de dientes y listo. Y solo las 7:30.

Aún me sobraba tiempo para hacer la comida cuya previsión era una ensalada de pasta, pero ni me apetecía cocer agua, bueno agua, ya me entendéis; ni cortar tomates. Así que ya os podéis imaginar mi comida. No, no fue fruta, era un bol de esos a los que le echas agua hirviendo y se te cuece los noodles de arroz con sabor a nada.

Y antes de eso, pues más trabajo de oficina. Bueno, también la celebración de unos cumples de esas en las que el mundo come y yo me quedo esperando que se dispersen. A veces también me fugo como si fuera un ratón en un congreso felino. Pero lo mejor de hoy es que he preparado un taller online de esos que están tan de moda. Aunque no era de moda en este caso. Estuvo bien, y si no lo habéis visto pues… ya os avisaré para el próximo.

Ah, por si aún no sabéis dónde trabajo y queréis otra pista, me he deleitado con el olor a nuevo de un par de juguetitos suecos. Aunque los disfrutó alguien que hace mucho mejores fotos que yo.

Dos horas después del éxito del workshop, a recoger. Y aquí estamos, cenando el otro cuarto del melón y pensando que mañana tras grabar un teaser supersecreto me espera un finde de Netflix por lo que prepararé una buena dosis de macarrones de colores nada más llegar, aunque no descarto comprar palomitas. Tengo que mirar si tenemos microondas de esos que te quitan años de vidas con cada vuelta.

Y eso es todo, por aquí mucho petardo, y poco más. La verdad que este capítulo me quedó soso pese al gran día que he tenido. Ya veré si mañana os pongo al día, ahora me tiraré en la cama a escuchar música a dejar que el sueño me encuentre.

Por cierto, los que compartís piso ¿cómo hacéis con los ligues? Que no es que haya ligado, pero por si se presenta el milagro saber qué dicta el protocolo social.

Adeu queridos lectores. Este no hace falta que lo compartáis, pero me podéis seguir en redes sociales antes de que me haga famoso que luego no os tendré en cuenta 🙂

Gracias por leerme

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