Tenía que haber sido yo, pero no fue. Debí ser yo, pero no pasó así.

Algunos dirán que es debido a mi falta de salud mental el motivo por el que formulo estas palabras, pero la vida, tal como está ahora para la gran mayoría, no tiene puto sentido.

Soy un joven de 28 años que tenía un empleo aparentemente ideal, con sus más y sus menos, pero en el que empezaba a destacar; hasta que de un día para otro llega una enfermedad tan rara que no dan con ella y me aparta del trabajo. Algo que por otro lado agradecí dado que tenía a 300 Km a mi madre muriendo de cáncer y me daba ansiedad pasar cada minuto lejos de ella. Lo que no quita que, por mi enfermedad, me perdiera sus últimas palabras, las del médico, las del personal sanitario, vamos, las de todas las personas. Mi madre no tenía que morir. Era una persona llena de vida, dada a los demás, feliz lejos de las ambiciones ansiosas que me destrozan a mí. Quizá solo cometió dos importantes errores en su vida, y los dos acabaron matándola.

De esos dos errores me dejó herencia. Un posible daño genético posiblemente potenciado por su consumo de tabaco durante mi gestación, infancia, y adolescencia. Y la convivencia con alguien que yo no elegí, pero ella sí, y que no parece entender más allá de su perspectiva limitadísima y humeante.

Así que, sin madre, sin trabajo, sin diagnóstico, sin incapacidad reconocida, sin discapacidad reconocida, sin posibilidad de acceder a una vivienda propia. ¿Qué me queda? Pues una peque a la que cuidar y a la que dejaré todo cuando mi final llegue.

El problema de no ser mi madre es que yo sí tenía un trabajo emocionante y ambiciones que no puedo desarrollar. Por eso debí ser yo y no ella quien pereciera. Por eso mañana pediré cita con salud mental porque una bebé de dos años y medio como única razón para vivir no parece un argumento sólido ni sano. Y es que aunque todo parece sencillo, llevo con ansiedad desde al menos nochevieja, y con depresión sin tratar mucho antes. Un cóctel que no me está haciendo nada bien.

Al menos dos veces al mes siento que me ahogo, literalmente. Como si mis pulmones dejasen de funcionar, lo que sufrió mi pobre madre en sus últimos días y que no sé cómo aguantó tanto, pues es tremendamente insoportable, y más en su caso, que era «real». El caso es que me ahogo, repentinamente, sin causa justificada. Empiezo a comer o beber y noto que me quedo sin aire.

Ahora que llevo meses sintiéndolo, empiezo a pensar que efectivamente se trata de lo que antiguamente se conocía como «trastorno mixto ansioso-depresivo«, pero que la última revisión del DSM-5 ya no reconoce como tal, siendo el más parecido actualmente el «trastorno depresivo mayor acompañado de síntomas de ansiedad«. Aunque qué sabré yo, si me está viniendo grande primero de psicología.

Aún así, por mi situación actual que será revelada al profesional sanitario cualificado, creo que dicha patología es acertada. Ahora bien. Los causantes son cosas que no puedo tratar ni conductalmente ni con fármacos. Como unas enfermedades que me están jodiendo la percepción y la piel, cuyos médicos no dan solución. Y no tener una vivienda propia en la que poder respirar tranquilo. Ni echar de menos las experiencias que por la enfermedad no puedo disfrutar. Y es que si bien la depresión me pide encerrarme en la cama hasta fundirme con el colchón, la enfermedad cutánea me pica y tengo que distraerme para engañar al cerebro. Por lo que cuidar de mi sobrina es suficiente distracción, pero a su vez, es una responsabilidad a la que doy prioridad, pero sumado al resto de cosas me genera estrés lo que desencadena la ansiedad.

Y vuelta a ese estado de infelicidad crónica que inflige un dolor emocional que cala más allá de mi cuerpo destrozado.

DEBÍ HABER MUERTO YO, PERO LA VIDA ES DEMASIADO INJUSTA, DEMASIADO PUTA MIERDA.

VIVIR ES SUFRIR HASTA QUE MUERES Y SON LOS DEMÁS LOS QUE SUFREN.

PORQUE LA MUERTE NO DUELE, EL DUELO SÍ.

LA VIDA ES UNA PUTA DEUDA QUE NI SIQUIERA MUERTO SE LIQUIDA.

LA VIDA NO SON RÍOS, ES UN PUTO ACANTILADO EN EL QUE PASAS CAYENDO HASTA QUE «PUF», IMPACTAS CONTRA EL FONDO.

VIDA, ES IDA, HUÍDA, HACIA NINGUNA PARTE.

VIDA ES NO ELEGIR NI CUANDO LLEGA NI CUANDO SE VA. Y LO QUE PASA ENTREMEDIAS ESTÁ CONDICIONADO, pues para tener una casa he de nacer rico; para tener salud, tener suerte; para tener amor, quién sabe. Somos putos mecanismos de un engranaje llamado sociedad que es tan inmenso y corrupto que no se preocupa por sus piezas. La vida es una farsa.

La vida es ver cómo tu madre muere sufriendo, cómo tú vives sufriendo, y no poder cambiarte por ella, para salvar una vida que parecía tener una sonrisa, postiza sí, pero sonrisa.

La vida/muerte (misma cosa con distinto disfraz) es aquella que te permite seguir averiado por todas partes, sufriendo; y sin embargo decide llevarse a alguien que solo tenía una pieza rota.

Me hubiese cambiado por ti mamá, para morir, obvio. Pero no puedo asumir tu vida porque no es la que elegí, y eso me está doliendo, que no matando.

Tú estabas hecha para la vida, pero no yo. Y sin embargo, no pudimos cambiarnos.

Te quiero mucho mamá. Te echo tanto de menos, y en falta. Pero ninguna de estas lágrimas sirve para viajar al pasado ni a ninguna parte. Te amo mamá. Y lo siento, por coger tu mano y decir que todo iba a estar bien. Por mentirte y decir que podías irte, que no pasaba nada. Porque pasa. Te necesito mamá. …

Gracias por leerme

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