Tú y tú y tú, como diría aquel cantante en YouTube allá por 2010.

Esta es la historia de Rory, un adolescente de alma gótica y apariencia mediocre que se enamoró artísticamente de Lydia, una joven gótica de cuerpo y alma que huía cual gato de todo interacción social aunque en el fondo, tras toda esa sombra y oscuridad, hay una luz que brilla intensamente con la que aquel joven contactó por unos meses en donde ambos conversaron hasta llegar a acariciarse las heridas y morderse los silencios.

Rory comprendió que Lydia era la única con la que podía conectar tan intensamente. La única con la que podría desnudarse sin miedo a cortes, arañazos ni roturas. La única con quien no tendría que justificarse ni explicar porqué salir al mundo social es peligroso y sin embargo, las ruinas, la naturaleza y la niebla son vistas brutalmente hermosas.

Lydia era perfecta. Inteligente, lista, espabilada, de humor negro, de carácter fuerte, tenaz, menuda, hermosa y bella. ¿Qué más podría desear un idiota? Si tenía a una sirena por la que estaría dispuesto a dejarse dar un paseo por el fondo del océano en aguas misteriosas. Porque si él, pirata, ella, perla negra. Con maldición y todo. Aceptada, por supuesto.

Un día Rory le pidió indirectamente, como quién deja caer, matrimonio. Pese a que ambos lo detestan y les parece una absurdo. Pero Rory solo quería encontrar la manera de ponerle nombre a algo que le volvía loco, en el buen sentido. Había encontrado a su Miércoles Addams, su pesadilla, su jugo de insecto, su película de terror, su asesina en serie, su crujir de hojas secas en una noche en el bosque, su monstruo del lago, su casa abandonada, su mansión de los horrores… ¿Se entiende, no?

Solo quería seguir compartiendo heridas, traumas, monstruos, sonrisas, puñaladas, lágrimas, hambre, soledad. La melodía de sus cadáveres en una película de Tim Burton.

Rory está seguro de que ella y solo ella es compatible. Porque no ha sentido tanto y tan bien con nadie más.

Pero ya hace meses, tal vez año, que ese fuego se consumió y no dejó ni cenizas. Más solo queda la escarcha con la que Rory se acaricia las heridas esperando que se abran y volver a conectar con la única mujer en el mundo de los vivos con la que seguir caminando por la sombra de una vida no apta para seres de otro mundo como ellos.

Pero la realidad no es un guion, ni una escaleta que seguir. Quizás una careta en un baile de máscaras donde todo el mundo finge estar. Así que Rory, amará a gritos, y con respeto. Mientras Lydia desarmará todos los intentos que la expongan. Porque Lydia es tan libre que ni ella misma se atrapa. Más que el Ave Fénix, es su vuelo. Un ente que no puede tocarse, solo sentirse, que no puede verse, solo apreciarse. Es el espectro, el campo cuántico, la perturbación, la fuerza, te afecta, te toca, te mueve, te impacta, pero no la ubicas. No la vences, no la escapas. Simplemente solo puedes dejarte acariciar hasta que deje de doler la ausencia. Es un fantasma. Al que Rory abrazó una vez y algo se le debió quedar dentro cuando le traspasó la carne y los huesos. Porque desde entonces, no volvieron a ser los mismos.

Porque si el universo es relativo, ella es la raíz de la energía. MC.

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