Si pudiera daría marcha atrás a mi vida y, como a una de esas cintas, grabaría encima una historia nueva.

Y es que ya dije que quizá hubiera preferido vivir la vida de escritor bohemio en mi ático cochambroso, pero el fenómeno Netflix me ha pasado por la cabeza y más que la vida de Valeria, que siendo tan fracasado acabaría como Javier Gutiérrez en «El Autor», me gustaría la vida de tantos y tantos actores… Ricardo Gomez, Carles Cuevas, Álvaro Cervantes y recientemente pienso en los inicios de ese Maxi Iglesias interpretando a Cabano. Una serie de las que ya no se hacen con personajes interesantes y actores jóvenes viviendo la vida loca gracias a un guion.

Quizá hubiera querido esa vida, para así poder vivir todas aquellas que me imaginé sin necesidad de emprender carrera en cada una. Solo unos minutos y… ¡corten!

Envidio el mundo de la actuación y eso me quita el sueño. Recuerdo aquellos adolescentes y miro los adultos en que se han convertido y me da rabia haberme perdido eso. Siempre he estado solo, por eso escribía vidas nuevas. Por eso retrataba los pocos instantes de felicidad. Y es que quizá si hubiera sido diferente, no hubiera empezado a vivir con 23 años lo que toca empezar con 14. La claqueta te hace menos ingenuo, más social, y si, más rico, porque mi primer empleo fue con 22 y antes todo era observar con dientes tan largos que sentía el veneno en el alma.

Y no, ya no puedo ser actor, porque las mejores escenas ya pasaron con otro elenco.

Y por eso intento fingir mi vida como si fuera capaz de escribirla, de dirigir al resto del mundo, de planear cada secuencia como si fuera a pasar tal cual, y es nunca. Y no follas, no compras, no conduces, no viajas, no follas, no besas, no follas, no comes incluso a veces, y lamento decirte querido Truman, que la vida afuera no es mucho mejor. Que llegarán facturas que no podrás pagar o tendrás que joderte la vida para ello, que tendrás que esforzarte como si de ganar una guerra se tratase para llegar si quiera a tener una cita, que los accidentes no van con prevención de riesgos laborales y que más que fama serás tan común que podrás morir sin que le importe a nadie.

Si pudiera le diría a mi yo de ayer que se apuntara a mil castings, y tal vez, ahora, estaría en el sofá de mi centenario piso de Madrid con una cabeza pelirroja en mi pecho viéndome a mi mismo en el televisor mientras me ceno una pizza que no me suponga un problema económico y mirando la luna llena por la ventana de madera del balcón del salón.

Mi vida es una consecución de textos que narran las vidas que no son la mía. Breves momentos en los que me escapo siendo consciente de la realidad. Pero no duermo, sueño despierto y no veo salida a mi resignación ni entrada a mis deseos. Pienso en un final y todos duelen, pienso en ensayarlos pero el verano dejaría a la vista el parte de cámara, y la película ya es demasiado mala como para dar explicaciones.

Si pudiera dar marcha atrás se la daría a mis padres, y es que si quieres lamentarte de tu mierda de vida has de haberlo pasado mucho más jodido y tener mucho más talento para hacer ¡pop!

Nos veremos en otro escrito, donde lo escrito no tenga nada de vivido, pero así me mantenga, aunque sea mientras vomito tras tomarme una buena dosis de ojalás.

Gracias por leerme

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