Es un lunes cualquiera del agosto más caluroso de la historia y siente estar en el mismo infierno incluso tumbada en la cama arropada por la brisa de ese ventilador de pie.

Siente miedo, está en esos momentos en los que uno duda hasta de su nombre y aún no ha pensado ni en cómo transportar 25 años de su vida en el equipaje de mano.

Si hubiera optado por escribir, todo cabría en un portatil y una mochila. Quizás hasta hubiera hecho el camino del tal Santiago o hubiera optado por sacarse el carné y hacer esa ruta por el norte en caravana, quién sabe si con una Polaroid o una x-e4 para ilustrar aquellas experiencias que plasmaría más tarde en cuatro o cinco líneas y puntos suspensivos.

Pero no, ahora suspendida está ella, mirando si su nuevo jefe está en línea para decirle que no sabe ni por dónde empezar. Y es que cuando saltas por primera vez sueles ir atada a alguien que sabe cuál es la anilla que despliega el paracaídas.

Tachas días de un calendario y no tienes ni billete de (hu)ida, ni refugio, ni idea de cómo es eso de vivir sin que nadie te espere en casa.

Ya ves, ahora entiendo ese documental que vi hace años donde los padres pájaro dejan de ir a alimentar a sus crías pasadas unas semanas, para que aprenda a volar por sí misma y a llenarse el buche con su propio pico.

Y he tenido que echar a volar, o planificarlo al menos, para darme cuenta de lo que voy a echar de menos cenar con mi familia. Y es que parece absurdo, pero sabe a hogar, a seguridad, y ahora como una de esas pelis americanas tendré que esperar a navidad.

Y es que la vida es así, como mis textos, empezando en tercera persona como si no tuviera el control y sin pensarlo, estoy narrando mi propia vida, pero desconociendo el momento en que dejé de escribirla, solo llega.

Podría elegir una voz y restructurarlo todo, pero a estas alturas ya no sé ni quién soy, así que menos voy a saber quién lo cuenta. Lee y disfruta, que esto lleva cinco lustros y parece que acabara o acabase de empezar. Si, la imperfección tiene varias formas de escribirse. Así que ni mi historia ni yo somos únicas. Ni simples.

Gracias por leerme

Subscríbete para recibirme en tu email al instante de publicar mis cosas que no pasan como cuento.

¡No envío spam! Lee la p... política de privacidad para perder tu tiempo..