Terry ha tenido un día de esos en los que uno se piensa lo que no debe pensarse.

Se levantó con ese maldito magnetismo cada vez que orienta la cabeza y que suena como cuando un látigo golpea el aire. Una sensación que no se puede describir en un párrafo.

Revisó que la movida de su trabajo, ese proyecto en el que tantos meses ha estado trabajando, estuviera lista y organizada. Y tuvo una de esas reuniones que no es que sobren, pero casi. Y es que cuando la conversación cabe en un mail, ¿para qué?

Marchó al Hospital y mientras esperaba se percató de que había sufrido un bloqueo en Instagram. Una persona había decidido malinterpretar una Storie y borró a Terry de sus contactos de la peor de las maneras posibles. Un placaje innecesario.

Aún peor fue cuando tras dos meses esperando los resultados de una prueba, le hacen pasar y le dicen que todo está correcto, que ha de hacerse otra prueba en otro Hospital porque no tienen ni idea de lo que sucede, y que solo ven como solución un aparato que la profesional de los aparatos ya desestimó por no ser la solución para Terry.

Seis meses y siguen sin tener ni idea de qué pasa, pero no dudan en seguir haciéndole esperar entre pruebas que no confirman. Terry no pudo dormir esa noche imaginando que la resonancia arrojaría una neurofibromatosis de tipo 2. Pero parece que no hay tumores. Lo que no quita una posible enfermedad desmielinizante de esas que te dejan con dolores horribles durante toda la vida, sordo, ciego y torpe. Eso sí sería para hacerse la pregunta que no ha de hacerse.

Así que sin hambre, y sin posibilidad de curarse decidió huir de vuelta al trabajo.

Sin ganas de nada, ni de nadie.

Porque todo el mundo le pregunta cosas y Terry no puede entenderlas, y se queda como un puto idiota.

Mira a todos esos trajeados de las cuatro torres y piensa qué sería de su vida cobrando sesenta mil al año. Podría comprarse todas las camisas negras del Zara y le seguiría sobrando para un buen chalet hipotecado.

¿De qué sirve un máster y 3 grados si tu sueldo es el mismo que el de cualquier operario con poco más que la ESO?

Que sí, el dinero no da la felicidad, pero ayuda. Ayuda a tener una casa para ti solo, servicio de limpieza, alguien que te cocine para no desnutrirte, médicos privados y pruebas para no tener que esperar a que un médico aburrido juegue con tu salud. En fin, que puede que no de amor, pero siempre habrá quien lo finja por un trozo del pastel y eso, al menos, para un par de noches de autoengaño y cucharita, ya es algo.

Terry mira por la ventana del tren intentando dejar de pensar. Pero no puede.

Ha sido un día malo, y podría ser peor para algunos, pero por mucho que escriba lo que no se debe escribir, la depresión de un personaje no debe restarle suerte a los más de mil pasajeros que le acompañan.

Por lo que a falta de una mala noticia más, podemos dar por despedido, temporalmente a Terry.

Ah, también se le quemó la cena mientras dialogaba con su jefe. Y rayó un poco más la lista de los fracasos.

Y entonces, y solo entonces, con los pies congelados y un dolor en la muñeca derecha, marchó a intentar dormir. Y escribo intentar, porque lo más probable es que aún se quede entre tres y cuatro horas más comiéndose la cabeza.

Gracias por leerme

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