Ayer no fue un día bueno. No. Después de salir, sin beber, en el rollo de siempre, parecí acercarme un poco a esa felicidad que llaman y que no consigo pasar de concepto.
Antes de salir fui al trabajo, porque necesitaba una cámara para una práctica de la universidad, pero no había. ¡No había!
Así que, fin al trabajo.
Por no perder el tiempo y como hacía muy buen tiempo me grabé paseando por los rincones con un guion metido en la cabeza. Hice la idea reelalidad y no viralizó, ni lo esperaba. Pero a veces lo pongo en bucle porque un trabajo (bien)hecho me deja algo satisfecho.
Desperté sin resaca pero cansado, aún así me puse con la colada, la compra: caso sobreseído. Y me puse a estudiar para afrontar la tarea del máster. Medio entendí el tema 1, todavía menos el tema 2, todavía menos el tema 3. Así que no entendí la práctica que debería entregar en cuestión de horas.
En aquel momento me sentí imbécil, idiota, un fraude. Un auténtico fracaso que jamás llegará a ser doctor.
Así que me puse con cosas que los mayores inútiles que conozco habían logrado, el test de conducir.
No aprobé ninguno de los intentos, 4 fallos si, pero son muchos suspensos por los pelos que casi no me quedan.
Pensé en lo que sé hacer, lo que se me da mínimamente bien, y pensé cómo aprovecharlo. Caí en que para llegar a ser el crack que soy hoy en ese tema, pasé metido en él desde los 16 años. Por lo que si tardé diez años para esto, quizá podría ser doctor a la edad de la jubilación.
Pensé en mil propuestas, en mil ideas, en la posibilidad de caer sobre la colchoneta del éxito bajo una firma importante.
Porque las facturas las pago ahora, lo que siento lo siento ahora, mis emociones son un presente que no aceptan esperar a la estrategia del año que viene. Porque estrategia es sembrar, no recoger. Y quiero recoger el éxito ahora.
He visto un hueco y ojalá colarme, construirlo, y declararlo mío.
He invertido, he pensado, no sé si bien porque estaba deprimido. Pero creo que podría ser.
Este diciembre tengo en la cuenta -1979€ que le debo al editor de mi co-novela y a mi jefe. No sé cuándo ni cuánto se recuperará de esa inversión. Solo espero ser feliz en el presente.
Anoche en la cama pensé en el pasado y lo vi vencido lejos demasiado atrás. Si eso no hubiera sido así me hubiera levantado a por el bisturí, pero no encontré la necesidad, ni la solución en ello.
Intenté dormir, no pensar. No pensar en que no necesito esa cámara. no pensar que la que deseo está fuera de mi alcance. No pensar en la pasta que me gasté en los másters, no pensar en el fraude que soy incapaz de entender las ciencias sociales que son tan absurdas como banales y llevan jodiéndome toda la universidad.
No sé qué hacer. Quiero estar feliz. Serlo. Quiero veros, abrazaros. Escribiros. Y no casarme contigo pero admirarte en lo bueno, sostenerte en lo malo, y hacer arte contigo hasta que el arte ya no confíe en nosotros.
Tenía tanto en qué pensar que no daba una. Y no sangré. Pero me sentí tan vacío. Aplastado de decisiones que solo la cuántica comprende. Pero que, jamás me dirá qué decisión era la que buscaba.
Y como un usuario que prueba errante, que duda y persiste inseguro, bloqueado.